Gabinetto dei Disegni e delle Stampe delle Gallerie degli Uffizi
Claudio Coello, siguiendo a su maestro Francisco Rizi (1614-1685), también se ocupó de la proyectiva arquitectónica, siempre en relación a trabajos pictóricos de gran envergadura. Estos tenían el dibujo como lenguaje preferente, primer medio de expresión en el que la arquitectura se convertía en soporte y marco del aparato figurativo. Junto a sus apuntes para construcciones, ya efímeras o fingidas, o para frontispicios de libros, los retablos para imágenes de altar también aparecen en ciertos estudios, tanto en papel como en lienzo. Este es el caso de los dibujos al óleo para el retablo de la iglesia del convento de San Plácido de Madrid (1668), proyecto para el que realizó varias versiones previas al cuadro definitivo, como también para el retablo de la Inmaculada, con el que se relaciona este dibujo de los Uffizi. Así, en la Biblioteca Nacional de España (inv. Dib/16/35/6, link) se conserva otro diseño con idéntica composición e iguales medidas que el nuestro, del que solo se diferencia en la soltura técnica. Se trata de dos tipos de trabajo: uno es el fruto último de la especulación del autor y plantea todos los elementos de la composición definitivamente resueltos; el otro, más acabado, obtenido mediante un procedimiento de trasposición del original, tiene como fin su presentación a un comitente. Para Piedra (2002), el dibujo florentino sería el primero, dada la cuadrícula a lápiz que evidencia la intención de un posible traspaso a otro soporte. La hipótesis resulta plausible, también por el diferente manejo técnico. Así, mientras que en la versión de Madrid los trazos son más largos y el lavado de las tintas es más estático, el dibujo de los Uffizi muestra líneas discontinuas, de brevedad “taquigráfica”, tan típica en los apuntes de Coello, y el contraste de tintas es más matizado. En cambio, la propuesta de Piedra, ya planteada por Annamaria Petrioli (1974), de que este último sea proyecto para una obra mural, resulta menos verosímil. Tanto en la producción de Coello como en la organización de los presbiterios en su tiempo, las decoraciones parietales fingidas no se contemplaban como objeto de culto principal. Siempre se localizan en bóvedas o muros accesorios. Los elementos de carácter ilusionista que desbordan el espacio pictórico, argumento principal de esta interpretación, aparecen asimismo en el mencionado boceto para San Plácido, y en su ejecución final se solucionaron combinando arquitectura lígnea y pintura sobre lienzo. Así pues, las nubes que sobrepasan los frontones inferiores se podrían resolver también dentro de una estructura retablística, como la mesa de altar y el sagrario aquí dibujados, y sin duda pensados para su realización exenta. Recursos semejantes aparecen en dibujos del círculo de Rizi, como la copia de su proyecto para el retablo de Calzada de Oropesa (Madrid, Biblioteca Nacional de España, inv. Dib/15/85/7, link). El modelo de un retablo-marco para un gran lienzo que ocuparía un testero al que respondería este dibujo, se corresponde precisamente con el retablo de la Inmaculada, pintado por Rizi para el convento de las Gaitanas de Toledo (1680). Coello reelaboró en clave barroca el prototipo de la “sacra conversazione” de la Virgen con santos, organizando a estos en parejas sobre nubes, a ambos lados de la Inmaculada. Lugar preferente ocupan, arriba a la izquierda, santa Clara y san José, y bajo ellos san Agustín y santa Mónica. Del lado de la Epístola, el Ángel de la guarda guía a un niño y, debajo, san Bernardo y san Francisco de Borja. Dada la relevancia de las citas eucarísticas en manos de los santos, y por la teatralizada presencia de una custodia adorada por ángeles, Pérez Sánchez (1980) y Sullivan (1986) lo relacionan con el culto de las Cuarenta Horas. Pero dadas las dudas expresadas y el lugar tan destacado de santa Clara, quizá estemos ante un proyecto no realizado de retablo para una fundación de Clarisas todavía por identificar y dedicado a la Concepción. (Ángel Aterido in Madrid 2016)